sábado, agosto 26, 2006

DESDE SANTIAGO

Una buena melodía es el medio de transporte más efectivo de las emociones y recuerdos. El viaje que se realiza con una buena canción ( o una mala) no tiene mayor precio que el de tomarse el tiempo; minutos de esparcimiento y meditación.
Y es tan fácil, simplemente se puede ir en el auto, en la micro (trans o no), un pen driver, o el tarareo de un usuario de locomoción, que por esa casualidad inaudita de la vida está tu lado, y comienzas a volar, a desplazarte por los rincones de tu mente.
Experiencia personal el placer de escuchar música mientras voy en el metro a mis labores seminarísticas. Esa hora de viaje, que hace que mi mente este a mil por hora (vergarismo) y se funda en una desesperación neuronal. Entonces reacciono y procedo a prender el aparato musiqueril, y ahí está, la canción que quiero, una entre 60 que están reservadas para el disfrute, pero ¿Cuál elegir?. Y comienzo el viajecito particular por todos los primeros acordes de mis favoritas (extrañamente a todas las carpetas de mis archivos de audio les he rotulado como “favoritas”, ej: favoritas para meditar, favoritas para estudiar, favoritas para días de lluvia, etc. Pero algunas ni siquiera son favoritas, porque me parecen tan patéticamente favoritas que ya no me gustan y termino escuchando siempre lo mismo…
Siempre lo mismo… Depeche, sting, silvio y remato con alguna cancioncita canuta, como para acordarme a donde voy y quien soy.
Y ahí estoy, embarcándome (marísmo) en el viaje que siempre hago, en un círculo interminable de estaciones hasta “lo Ovalle”. Por dos años de lo mismo, sin cambio ni menguanza, todo sigue igual.
Pienso en estos dos años, buenos, agradables, pero que en el último semestre se ha vuelto algo raro, extraño.
De pronto, me vi frente al mundo, y no sólo me vi, sino que me estrelle contra la vitrina de una realidad hostil .

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes un talento increible para la narración, ¿sabias? Realmente me imaginé cada una de tus palabras y sentí como si te estuviera acompañando en ese viaje.

Ya sé que vas a negar todo lo que te diga, ya que aún no quieres admitir que me encanta como escribes.

Nos vemos después Mariana. Extraño mucho poder verte.